Día de Acción de Gracias: Oda a la propiedad privada
22 noviembre 2018
Día de Acción de Gracias: Oda a la propiedad privada
Por Ricardo Calvo MD PhD
Hoy se conmemora en los Estados Unidos el Día de Dar Gracias (DGG).
En
esta fiesta se recuerdan los festejos que el 9 de Agosto del año 1623
llevaron a cabo los colonizadores para celebrar y dar gracias por los
logros alcanzados después haber llegado dos años antes procedentes de
Holanda e Inglaterra en la nave Mayflower a las costas del oeste de Cabo
Cod en lo que es hoy el territorio del estado de Massachusetts.
Pero
de manera oficial y a nivel nacional nunca se celebró hasta después de
la Guerra de Independencia norteamericana cuando G. Washington lo
estableció el 26 de noviembre de 1789.
Más
tarde y por orden de Lincoln y de F.D. Rooselvet el DDG se reasignó a
diferentes jueves en Noviembre. Finalmente y a partir de 1941 quedó
establecido por el Congreso de los EE.UU. el 4º jueves del undécimo mes.
Estas
relocalizaciones del DDG muestran que no tiene reconocimiento religioso
aunque así aparezca ya que Lincoln le impartió cierto sabor místico
cuando en 1863 dijo que este era un día dedicado a “dar gracias, elogiar
y alabar a nuestro Padre benefactor quien mora en los cielos”.
Por
lo tanto, la creencia general actual es que el DDG es la conmemoración
del éxito que tuvieron los nuevos emigrantes en la agricultura después
de haber aprendido de los indios nativos a cultivar el maíz y siguiendo
su ejemplo damos gracias hoy en ese día al Ser Supremo por todos los
beneficios materiales y espirituales de que disfrutamos.
Pero
detrás de esta historia simplista se encierra otra realidad que expone
el fracaso del socialismo voluntario y el éxito de la propiedad privada.
A
principios del siglo XVII (1609) una secta puritana de los Cristianos
Protestantes en Inglaterra se separaron de la Iglesia Anglicana y
partieron hacia Holanda donde por 11 años disfrutaron de libertades
religiosas ausentes en el resto de Europa estableciéndose en la ciudad
de Leyden en la zona sur de ese país.
Sin
embargo, debido a las hostilidades con España y el deseo de estos
puritanos de partir de Holanda decidieron marcharse hacia ese continente
nuevo y vasto en las Américas donde podrían “propagar el evangelio del
Reino de Cristo”.
Los
colonizadores sabían que otros como ellos en años anteriores y con
fines similares habían tenido grandes dificultades en iniciar y mantener
colonias tales como Jamestown en el estado de Virginia.
Por
lo tanto, negociar el apoyo y préstamos de inversionistas ingleses para
financiar esta empresa era algo difícil ya que se veían como
iniciativas costosas y de gran riesgo económico.
Firmes
en sus propósitos, los futuros colonizadores enviaron a dos emisarios a
Inglaterra a negociar con un grupo de unos 50 inversionistas dirigidos
por Tomas Weston. Estos emisarios Carver y Cushman fueron instruidos a
no excederse en las concesiones que tendrían que otorgar a los
inversionistas ingleses y que no incluyeran como pago del préstamo la “½
de sus casas y tierras en el Nuevo Continente”.
Sin
embargo, Carver y Cushman establecieron un contrato donde precisamente
estos eran los términos a cumplir después de 7 años en tierras de la
América del Norte.
Los
acreedores del financiamiento insistieron que al establecerse en el
Nuevo Mundo todas las riquezas que lograran serían producidas y
disfrutadas como comunidad para beneficio de ellos y de los
colonizadores.
Los
futuros emigrantes aceptaron los términos comunitarios a regañadientes
pero sin dejar que se convirtiera en obstáculo después que el
representante Cushman insistiera “que no se preocuparan de las
disposiciones con respecto a sus propiedades en la colonia”.
Esto
nos aclara otra creencia errónea con respecto al DDG que sostiene que
los colonizadores llegados en el Mayflower se establecieron basados en
el disfrute común de sus futuras propiedades para emular a los
cristianos de los primeros siglos cuando en realidad no era más que una
imposición por parte de los que habían sufragado los gastos del viaje y
que ellos habían aceptado voluntariamente.
Esta
conformidad fue expresada en el pacto firmado todavía a bordo del
Mayflower el día 21 de Diciembre de 1920 antes de desembarcar en las
costas de América.
Para
el 25 de Diciembre ya habían comenzado a construir la primera casa para
uso comunitario. A los 4 meses cuando el Mayflower regresa a Inglaterra
ya habían fallecido la ½ de los colonizadores incluyendo el primer
gobernador.
El
segundo gobernador elegido William Bradford permaneció en tal puesto
por varios años y más tarde en su vida escribió un libro titulado “En la Plantación Plymouth” (“On the Plymouth Plantation”) donde dejó plasmado en gran detalle la historia de esta epopeya.
Los
primeros inviernos fueron inclementes y las cosechas de 1621 y de 1622
fueron pobres y solo sirvieron para satisfacer las necesidades
alimenticias más básicas por pocos períodos de tiempo.
Durante
estos dos primeros años en estas nuevas tierras los colonizadores
habían estado organizados bajo el sistema comunitario en el cual “todos
los beneficios obtenidos por trueque, pesca, agricultura, etc. debían
ser considerados como bienes comunes y cada miembro podía disponer de
ese fondo común para satisfacer sus necesidades materiales” de acuerdo a
lo que nos cuenta Bradford.
No
hay duda que este tipo de organización social y económica de los
primeros colonizadores de Massachusetts tiene características muy
similares a los principios enunciados por los autores del Manifiesto
Comunista mucho más tarde en el siglo XIX.
Bradford
también nos describe en su libro que durante 1621 y 1622 “los hombres
jóvenes que mejor podían hacer frente a las tareas más arduas se
quejaban que el fruto de sus labores eran concedidos y distribuidos
entre las esposas e hijos de otros de más edad y de menos capacidad
laborar”.
Y
continúa: “los individuos recibían las mismas raciones de comida sin
relación a su nivel de producción y a ningún residente se le permitía
que cultivara sus propios alimentos” añadiendo que “el sistema imperante
durante 1621 y 1622 daba origen a confusión y malestar retardando las
posibilidades de emplear apropiadamente los recursos que hubieran
beneficiado a cada uno de los miembros”.
En
su libro el gobernador llego a comentar que: “el sistema económico
imperante era una maldición” dentro del cual “ hasta los miembros más
comedidos de la colonia llegaron a sentir falta de respeto por los demás
y en general permeaba una atmósfera de injusticia y de esclavitud”.
En
más detalle Bradford nos reporta que: “los colonizadores dedicaban más
tiempo a robar comida que a cultivar la tierra creando una atmósfera de
confusión, descontento y animosidad”.
Aquellos
familiarizados con las condiciones dentro de la Isla de Cuba después de
46 años de socialismo pueden atestiguar a estas condiciones excepto que
en el argot cubano actual el gobernador tendría que decir que los
cubanos dedican más tiempo a “resolver” que a producir ya que el vocablo
robar o pedir prestado permanentemente no tiene sentido donde nada es
de nadie, todo es de todos y trabajar no es “rentable”..
Hay
que puntualizar que el descontento descrito por Bradford no es debido a
los pagos que había que enviar a los inversionistas ingleses en Londres
sino a las desigualdades en los beneficios con que eran retribuidos por
sus esfuerzos los miembros de la colonia incipiente.
Pero
algo sorprendente sucede en 1623. A partir de ese año las cosechas
fueron esplendidas y son la razón por la que los colonizadores
celebraron la nueva buena y dieron gracias por sus logros el 9 de Agosto
del mismo año instituyendo informalmente el DDG. “Ninguna necesidad o
hambre ha subsistido en la colonia desde el cambio” dejo el Gobernador
establecido en su libro.
Y
entonces las preguntas que debe tener el lector son: ¿Qué sucedió en
1623 que produjo tal cambio radical? y ¿Existe una explicación racional
de esta transformación en la situación material de la colonia de una año
para otro?
Dejemos
que Bradford nos conteste estas indagaciones con palabras que debían
repetirse cada DDG en los senos de las familias hoy en día al reunirse
para compartir la cena tradicional de tal día.
“Empezamos
a pensar y considerar cómo podríamos obtener una cosecha mejor y no
tener que languidecer en miseria. Después de un debate largo y extenso
los miembros de la comunidad decidieron que cada familia y/o persona
decidiría cuanto cosechar de una manera independiente. Y…a cada familia
se le adjudicó una parcela de tierra proporcional al número que la
constituía”.
Bradford
continua su explicación: “Esta medida tuvo un éxito magnifico.
Convirtió a cada miembro de la colonia en una fuerza productora y en
1623 se obtuvo mucho mas maíz que se hubiese obtenido anteriormente
librándose el Gobernador de grandes problemas”.
El
convertir a cada familia en dueño único e independiente de una parcela
de tierra para que la administraran de acuerdo a sus intereses produjo
según Bradford: “que la mujeres acudieran voluntariamente a ocuparse de
sus tierras y llevasen con ellas a sus pequeños quienes antes bajo el
sistema comunitario alegaban que no poseían las fuerzas o destrezas para
tales tareas y el obligarlas entonces hubiera sido interpretado como
tiránico y opresivo”.
El
milagro que había transformado a esta colonia totalmente aislada en las
costas de Massachusetts no era otro que la institución de la propiedad
privada.
Bradford
nos relata; “Ahora la cosecha ha terminado (1623) y en vez de hambre
Dios nos ha otorgado abundancia… y en lo que se refiere a grandes
necesidades o hambre no han existido desde ese día”.
¿Habrá jugado algún papel el Gobernador Bradford en la institución de la propiedad privada en la colonia de Plymouth?
En
1657 Bradford falleció y entre sus pertenencias se encontraron unos
libros escritos por Bodin titulados “Seis libros de la Republica”
escritos en 1576.
En
esos libros Bodin (1529-1596), quien había sido abogado, economista e
historiador en Francia, expresa que la existencia y seguridad de la
propiedad privada es la base de la integridad de la familia y defiende
tal idea por estar basada en la ley natural y sancionada por el mandato
conocido como el X mandamiento de la ley de Dios.
En
esos mismos libros Bodin expresa que: “Gobiernos tiránicos son aquellos
donde la propiedad privada y las libertades pueden ser atropelladas. Un
gobierno legitimo es aquel donde los gobernantes las respetan”.
No
hay duda que Bradford tenía conocimiento de las enseñanzas de Bodin y
posiblemente influyo grandemente para fomentar la idea de la propiedad
privada en la nueva colonia.
En
el Día de Dar Gracias recordemos que le debemos grandemente a los
colonizadores y a sus líderes de Plymouth. La abundancia material que ha
existido y que disfrutamos en los EEUU no fue creada por sacrificios en
nombre del “bien común” sino por la suma de la capacidad productora muy
propia de cada uno de los seres libres en la búsqueda y realización de
sus sueños e ilusiones.
Los
errores y tribulaciones de aquellos años fueron los pilares que
sentaron la razón de ser del desarrollo económico y la libertad política
que han disfrutado los ciudadanos de los EEUU: la propiedad privada y
la libre empresa.
Estas
y no otras han engendrado libertades, riquezas y prosperidad desde
entonces. Por esto y en el Día de Dar Gracias debemos estar agradecidos
al Todopoderoso.
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