EN EL UMBRAL DE LA RUINA
Por Hugo J. Byrne
“La política es la ciencia de lo posible”
Niccolo Machiavelli
Este trabajo es una advertencia a los lectores que comparten los
principios sociales y las aspiraciones de libertad y progreso que animan esta
columna: Estados Unidos se
encuentra en el umbral de la ruina. No de una ruina parcial o temporal, sino de
una total y definitiva.
Un individuo puede sufrir un descalabro económico brutal y rehacer su
peculio a base de esfuerzo y reorganización. Una sociedad puede enfrentar el desastre
financiero y regenerarse mediante el simple proceso de reformar sus actividades
económicas, cambiando la política que las moldea. Por desgracia nuestras
dificultades presentes son más complejas y el probable desastre más
inminente.
Las
miserables circunstancias de la gran depresión de los años 30 que mantuvieran
postrada la vida económica de Estados Unidos a pesar de todos los
estímulos artificiales de Washington durante más de una década, fueron a
la postre superadas a través del formidable impulso al mercado libre que
floreciera al finalizar la Segunda Guerra Mundial. De representar una gran fuerza económica
latente, Estados Unidos pasó en la post guerra a ser la gran potencia
económica y militar del siglo XX. Amigo lector, el dínamo de ese cambio
maravilloso fue el capitalismo.
Pero el problema era entonces estrictamente económico. Factores de
descomposición social o moral no intervenían, por no existir. En los años 30 la
fibra ética de la sociedad norteamericana no se había deteriorado. Durante los años de la guerra
nadie se hubiera atrevido a profanar una bandera norteamericana en público y
mucho menos manifestar ondeando el sol naciente o el trapo rojo de los
nazis. De haberlo hecho, el
profanador habría sido emplumado sin que nadie levantara un dedo.
El
problema ahora es intensamente diferente.
No sólo la base misma de nuestro sistema económico se ve desafiada desde
las esferas del poder, sino que ese mismo poder conspira abiertamente contra la
república. Un sector considerable
de la población no se identifica con la ley y respalda la subversión
paulatina o estimula el caos inmediato.
Esto se refleja en la enorme y creciente población penal de Estados
Unidos. Las turbas organizadas por
la izquierda radical recién fracasaron en cerrar los más importantes puertos de
la costa oeste. Ese intento
demuestra la gravedad de un desafío revolucionario que cuenta con estímulo
oficial.
¿Desea el lector una lista? Empecemos por el Departamento de
Justicia. El Fiscal General de
Estados Unidos Mr. Eric Holder arbitraria y arrogantemente rehusa entregar a la
Cámara de Representantes la totalidad de los documentos que involucran su
dependencia del poder ejecutivo en el escandaloso programa “Fast and Furious”,
responsable del asesinato de un agente federal a manos de un gangster de la
droga y de centenares de inocentes al sur de la frontera. El mismo sujeto, como asistente de la
notoria Janet Reno, fue quien obtuvo del entonces Presidente Clinton perdón para
marxistas convictos de terrorismo y para un traidor-prófugo quien
negociara la seguridad nacional norteamericana con los santones malolientes que
oprimen Irán.
La crisis económica y el desempleo que todavía sufrimos gracias a la
ineptitud y corrupción del presente Ejecutivo, se originó en la debacle del
mercado de bienes raíces y esta fue creada por las regulaciones de corte
totalitario que forzaban la extensión de crédito a negocios o individuos
insolventes. Los dos
testaferros de Obama que participaran directamente en esa debacle durante la
administración de Clinton y que más recientemente garantizaran en público la
“solvencia” de “Fanny Mae” y “Freddy Mac”, afortunadamente se retiran de la vida
pública. Ellos son el Senador por
Conneticut, Christopher Dodd y el Congresista de New York, Barney Frank. Frank fue censurado por la Cámara en una
ocasión por un escándalo relacionado con su amante homosexual en el que fueron
ilegalmente usadas facilidades de la Cámara de Representantes.
Mientras denuncia con cinismo marxista las “injustas” diferencias de
ingresos entre inversionistas de la bolsa y “clientes del welfare”, el Mesías
Obama reparte contratos y prebendas entre sus contribuyentes de “Wall
Street”. Entre los principales
beneficiarios del “capitalismo” de clientes “a la latinoamericana”
se destaca el Presidente de la General Electric, multinacional propietario del
“network” CBS, que es notorio por su abierto respaldo político a Obama.
La mano izquierda lava la derecha y ambas la cara.
Algunos de los negocios e industrias que se han beneficiado de la
generosidad que practica Obama con el dinero de los contribuyentes han
mordido el polvo en circunstancias dudosas. Tal es el caso de una fábrica de paneles
solares que recibiera nada menos que más de $500 millones del gobierno federal,
sólo unos meses antes de declarar bancarrota.
Aparentemente el caso de Solyndra no es único. La investigación continúa
al respecto de estas debacles, pero como con otros escándalos de la presente
administración, se trata de investigaciones que nunca terminan. Entiéndase que lo que el gobierno
malgasta no es ya nuestro extinto peculio, sino el aumento indefinido de la
deuda nacional que encararán nuestros nietos y bisnietos y que ya rebasa los 15
“trillones” de dólares (billones en español).
Si
aceptamos la premisa de que el poder corrompe y que cuando es total corrompe
totalmente, debemos entender que la presente administración aspira a ser la
más corrupta en la historia de Estados Unidos. Porque el peligro que representa
Washington hoy es mucho peor que corrupción. El obvio profundo desprecio a las
instituciones y la tendencia del ejecutivo a rodearse de individuos que
manifiestan abiertamente su simpatía por el totalitarismo representa un peligro
muchísimo mayor.
¿Nos libraremos de todo esto en noviembre del 2012? Amigo lector, no hay garantías de
eso. La realidad es que la estéril
lucha intestina de la oposición, que se refleja cotidianamente en los debates,
no es conducente a una victoria republicana el año próximo. Por otra parte, la falsa demagogia sobre
los “beneficios de la repartición de la riqueza” es popular entre muchos
votantes que no pagan impuestos y quienes al presente representan más del 40%
del total.
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