Sociedad Bastiat

sábado, mayo 28, 2005

Peligros de la constitucion europea

Sociedad Bastiat
27 de Mayo de 2005
Revisando La Constituci�n Europea
William A. Niskanen y Marian Tupy
CATO Institute

Los franceses y los holandeses votan el 29 de mayo y el 1 de junio, respectivamente, sobre la propuesta constituci�n europea que, en cualquier caso, confronta muchos obst�culos. El presidente de la Rep�blica Checa, Vaclav Klaus, se opone en un pa�s donde hay bastante apoyo, mientras que en el Reino Unido es muy dif�cil que la mayor�a vote “s�”. Hay tres buenas razones para el escepticismo.

Primero, ha habido muy poco debate sobre la constituci�n. La gran mayor�a de los europeos ni la han le�do ni saben lo que contiene. En parte se debe a su extensi�n (70 mil palabras) y a su impenetrable lenguaje. Por el contrario, la constituci�n de Estados Unidos es 15 veces m�s corta y f�cil de entender. Su principal redactor, James Madison, sab�a que “poco servir�que las leyes sean hechas por personas escogidas por el pueblo si resultan tan voluminosas que no las pueden leer o tan incoherentes que no las pueden entender”.

Adem�s, el debate actual est�tergiversado para favorecer al “s�”. Bruselas y los gobiernos nacionales derrochan dinero de los contribuyentes en “campa�as de informaci�n” a favor de la constituci�n y los funcionarios de Bruselas hacen todo tipo de amenazas. Margot Wallstrom, vicepresidenta de la Comisi�n de la Uni�n Europea, durante su visita a la ciudad checa de Terezin, donde los nazis tuvieron un campo de concentraci�n, dijo que quienes se oponen deben “venir a Terezin y vean adonde conduce la vieja v�a”.

Segundo, la constituci�n es imprecisa en cuanto a la divisi�n del poder entre Bruselas y los gobiernos nacionales. La constituci�n enumera la �reas donde Bruselas tiene competencia “exclusiva”, pero a�ade que la Uni�n actuar�en otras cuando la acci�n propuesta “por su tama�o o efecto pueda ser mejor lograda a nivel de la Uni�n”.

Problemas similares surgen en las �reas donde la competencia va a ser “compartida” entre Bruselas y los gobiernos nacionales, tales como el mercado interno, seguridad y justicia, agricultura y pesquer�as, transporte, energ�a, pol�tica social, cohesi�n tanto econ�mica como social y territorial, el medio ambiente, protecci�n al consumidor y cuestiones de salud p�blica. Pero las naciones podr�n, al mismo tiempo, legislar en �reas compartidas.

Todos los gobiernos intentan ampliar el poder. Por eso la constituci�n de EE.UU. fue redactada con tanto cuidado. Donde el lenguaje de la constituci�n es impreciso, las consecuencias son siempre graves.

Tercero, la definici�n de los derechos individuales en la constituci�n europea es sumamente problem�tica.

La Carta de Derechos (las primeras diez enmiendas) de la constituci�n de EEUU es, salvo una excepci�n, una lista de los derechos de los individuos contra el estado y no es una lista de exigencias de servicios a ser provistos por el estado. La excepci�n es el derecho a juicio con jurado. Por el contrario, la constituci�n europea incluye una lista de derechos a servicios provistos por el estado, que incluye, por ejemplo, el derecho a la educaci�n, a servicio de b�squeda de empleo, tiempo de permiso pagado por maternidad, beneficios de seguro social y servicios sociales, ayuda para obtener vivienda, tratamiento m�dico preventivo, servicios de inter�s econ�mico general y altos niveles de protecci�n al consumidor y al medio ambiente.

La �nica forma de resolver los choques entre el derecho al libre movimiento de las personas dentro de la UE y el derecho a los servicios sociales es restringiendo el acceso a esos servicios sociales no por nacionalidad sino por caracter�sticas personales, tales como n�mero de a�os trabajando en ese pa�s y el no haber sido condenado por delitos. De no hacerse as�, la Uni�n Europea se convertir�en un inmenso y armonizado estado de bienestar, relegando a los estados el mantenimiento del orden, las leyes y la seguridad interna.

Los europeos tienen toda la raz�n en temerle al gobierno en Bruselas, al darle poderes que no estar�n bien definidos. Por lo tanto, los actuales gobiernos nacionales pueden asegurar una mayor protecci�n de la libertad que la constituci�n propuesta.

William A. Niskanen es presidente de la directiva del Cato Institute.

Marian L. Tupy es Director Adjunto del Proyecto sobre la Libertad Econ�mica Global del Cato Institute.